Prólogo
Es mayo. Aún quedan algunos pétalos de cerezo sobre los árboles. Las lilas florecen. El susurro de los pájaros cada vez es más notorio. El susurro de mi corazón también. Pero no es un susurro; suena más como un soplido, de esos que el médico escucha en el pecho y te mira con cara preocupada. Cabeza arriba, ojos exaltados.
Estoy en lo que llaman un yutori ゆとり, un periodo de calma, en japones. Es raro de explicar como lo se, pero mi intuición me lo dice. Un periodo para reposar e ir hacia adentro. Un momento de transición que necesitaba muchísimo. No son vacaciones, sigo en mi trabajando, la carga disminuyó considerablemente. Puedo sentirlo en mis hombros. Ya no están como piedras todo el tiempo. Tuve suerte. Dios nunca me ha desamparado.

Sin embargo, sé que este periodo está a punto de terminar. Una nueva etapa, un nuevo lugar, un nuevo trabajo, horario, personas a mi alrededor. Tengo que cambiar muchas cosas. Yo misma elegí este cambio. Mi alma voló cuando decidí dar el paso. No se que viene, pero la libertad que sentí, me recuerda que no debo tener miedo.
Me siento como los tripulantes de un barco justo antes de llegar a una isla desconocida. Emocionados, pero asustados. No saben lo que les espera.
Ansiedad y emoción.
Parte 1. Descubrimiento
En medio de este aumento de ansiedad, aunque intento ignorarla y dejar que el tiempo transcurra, que llegue el día del evento, siento que estoy más susceptible a las cosas. Me dio una gripa. No quiero participar en las charlas de los otros. Mantengo mi mente ocupada en cosas que puedo controlar. Escribo. Escucho música. Dibujo. Intento tomar algunas fotos. Reservar mis energías para lo primordial, aquello que me mantiene en equilibrio. Me pongo barreras mentales para que los otros no me toquen. Sin embargo, es imposible tener contacto cero. Somos seres sociales.
Salgo a socializar un poco. Es viernes en la noche. Hoy fue un día largo; cometí un par de errores en el trabajo. Nada importante. Pensé que los había dejado en la oficina.
Comemos juntos. Me brillan los ojos al ver el postre que tengo frente a mí. Comienzo a comer.
Un comentario. Me detengo. Algo duele en el pecho.
Lo repito en mi mente: “¿En verdad no dijiste eso?” – me lo repito mentalmente. Me pongo furiosa, quiero defenderme. No digo nada. Mis ojos están esquivos. No quiero mirarte. Me duele, el pecho me duele. Siento un nudo en la garganta. No puedo hablar correctamente. Una nube de aire caliente va subiendo de mi pecho a la cabeza. Una guerra ha empezado en mi cuerpo. No soy capas de mirarte a los ojos. Podría matarte. Matarnos a ambos con toda esta ira contenida.
Agarro mis fuerzas, se que no quiero hacer eso. Amo nuestra relación, nuestras vidas. Aprecio lo que tenemos. Pero estoy tan furiosa conmigo misma, por ponerme así. Por estar así. Le digo a quien me dijo el comentario que estoy molesta. No lo miro a los ojos. Como puedo, intento calmarme. Sé que él no tiene la culpa. Es solo que yo estoy rota. Rota en fragmentos tan pequeños que apenas estoy aprendiendo a pegar.
Bienvenido a la exploración de las heridas psicológicas.
Parte 2. Las heridas
Quien me conoce sabe que soy una persona tranquila. No hay muchas cosas que me alteren. Me gusta tanto la calma que intento buscarla en todas partes. Mi padre diría: “Atraes lo que eres”. Yo me tomé este principio como uno de los pilares de mi vida. La armonía y llevarla a donde voy es uno de mis principio de vida.
Sin embargo, como todos, he pasado por experiencias que me marcaron y, aun de adulta, me duelen. Cada vez menos. Menos adentro. Estas experiencias generan traumas que nos fracturan, que nos activan emociones, mediante estímulos o señales en nuestros cuerpos e inconscientes. Esto es lo que llaman heridas emocionales.
Estas señales parecen volcanes, en constante actividad. Sabes que están calientes. Están ahí, expulsando gas y moviéndose. Poderosos. Hasta que un día estallan, llevándose consigo a las personas de las villas cercanas, sus pertenencias y todo a su paso.
Si la villa no está preparada, la tragedia puede ser catastrófica. Sin embargo, la historia es diferente si sabes que puede pasar. Todo son predicciones.
Todos tenemos heridas emocionales. Es parte de la experiencia humana.
Tratar las heridas emocionales puede ser muy difícil. El proceso de cada uno es diferente y puede tener diversos enfoques: ayuda psicológica, médica y, sobre todo, tiempo. Este último es un factor fundamental.
Aunque estemos recibiendo ayuda psicológica o terapia, necesitamos tiempo para sanar. Necesitamos tiempo para ir hacia adentro y reconocer esos eventos donde empezó a romperse. Hay que reconocer que podemos hacer, para que la erupción sea menos destructiva o no cause destrucción alguna. Que eventos nos activan y por qué lo hacen.
No podemos controlar lo que los otros nos dicen o hacen, pero si como reaccionamos a ello.
Una habilidad que puede ayudarnos en nuestro proceso de sanación es aprender a identificar cuándo una conducta del otro es un ataque físico y/o psicológico, y cuándo es una herida emocional abriéndose de nuevo.
Déjame contarte lo que he aprendido en el proceso.
Parte 3. Cómo diferenciar las heridas de los ataques
Un ataque emocional ocurre cuando otra persona usa el sarcasmo o el desprecio. Te culpa sin razón o desproporcionadamente. Te ridiculiza, invalida o menosprecia. Te manipula para que te sientas mal. Lanza indirectas hirientes con intención.
👉 Claves para identificarlo:
El tono es agresivo, irónico o pasivo-agresivo.
Te sientes confundida, pequeña o atacada después.
Aunque intentes dialogar, la otra persona no escucha ni reconoce tu emoción.
Hay un patrón: no es la primera vez.
En estos casos, la emoción que sientes está relacionada con una violación de tus límites o una falta de respeto. Es válido poner límites firmes o alejarte.
Por el otro lado, una herida emocional se activa cuando el comentario o gesto es neutral o ambiguo, pero tú lo interpretas como doloroso. Reaccionas con intensidad (mucha tristeza, enojo o vergüenza), más allá de lo que objetivamente ocurrió. Una cosa pequeña se vuelve un torbellino. Se parece a algo del pasado (la forma en que te hablaba un familiar, un profesor, una ex-pareja). Después de calmarte, te das cuenta de que quizá la otra persona no tenía mala intención.
👉 Claves para detectarlo:
El otro no tenía una intención hostil clara.
Hay una sensación de “esto ya lo viví” o “esto me duele más de lo que debería”.
Puedes sentir ganas de huir, de justificarte o de ser perfecta.
Intenta grabarte alguna de estas preguntas en tu mente. La próxima vez que te sientas atacada, pregúntate antes de reaccionar. Me han ayudado a darme cuenta de que tenía más lugares que observar de los que pensaba.
Muchas veces, por nuestra sobre-reacción, terminamos dañando a las personas que más amamos. Aquellos que están para nosotros siempre. Esos que nos dan amor sin esperar una moneda a cambio.

Parte 4. Una carta
Querida Luisa:
Estamos aprendiendo. Las heridas son necesarias. Son una parte fundamental de crecer. Igual que los músculos, esas micro fracturas harán un tejido más fuerte y resiliente. Nos hacen más susceptibles al dolor, propio y ajeno, y a las necesidades de los demás. Escúchalas. Escúchate.
Estás rota. Estamos rotas. Pero eso no te hace una mala persona. En realidad, sin esas experiencias no serías quién eres ahora. Necesitabas saber que esas partes podían romperse para entenderlas, apreciarlas, identificarlas.
Estás bien. Respira.
La ira descontrolada nos daña. No nos deja pensar con claridad. Puedes enfadarte, claro, pero si en el proceso alguien muere —física o psicológicamente— no habrá valido la pena.
Mantente en la zona. Cuídate y cuida a los demás. Que todos estamos en proceso de aprender.
Gracias por leer Mosukito
Me quedan sonando las siguientes preguntas:
-¿Cuando te diste cuenta que habías sanado o empezado a sanar esa herida emocional?
-¿Sabias diferencias los ataques de las heridas emocionales antes de esta publicación?
Te leo 🪰
Luisa 💜 que lindo! Te leo y veo tanto en tus letras. No me había hecho tan consciente de las heridas emocionales y de los ataques hasta hoy. Siempre noté que era una delgada línea pero nunca las separé. Hoy que te leí me encantó!! Por qué ser consciente de eso me devuelve a mi poder, ya sea para observarme abrazarme y recordarme que todo está bien o para poner límites. Gracias!!! 🥹🫂
Muy buenas esas preguntas! Gracias 🙏✨